Me apetecía ir pero no, pero sí, pero no, pero sí. Los prejuicios son malos. Quería ir porque tenía que conocerlo, pero me esperaba el típico sitio de moda en el que se come regular y que se llena de niñas monas tomando mojitos. Bendito momento en el que decidí ir y darme en los morros con uno de los mejores descubrimientos que he hecho este año.
En Papúa han conseguido crear un restaurante de moda que se llena todos los días, con buen ambiente, una decoración que transporta a la selva guineana y sin dejar de lado la buena gastronomía.
Un imponente comedor con un suelo imposible de no fotografiar es lo primero que encuentras cuando pasas la barra semicircular que te da la bienvenida con un neón. Todo lleno de macetas, telas de distintos estampados, vajilla de diseño, animales y plantas exóticas para no dejar de observar el espacio durante toda la cena.
En la carta, lo que no te esperas. No hay burratas, lobster rolls, tartar de atún o lasañas trufadas. En su lugar, hay platos inspirados en una gastronomía local guineana elaborados con técnicas de alta cocina. Lo pedimos todo para compartir.
Primero, empezamos con pasión por el foie. Se trata de un cuenco con hielo y dos frutas de la pasión rellenas de mousse de foie caramelizada y flan de pasión acompañado de plum-cake de pasión. Es de los entrantes más sofisticados y originales que he probado en un restaurante “de todos los días”. Empezando así, las expectativas se me pusieron por las nubes.
A continuación, un guiso de pasta puntalet. Consiste en un guiso con carabinero del Atlántico, yema de huevo curada en pimienta sichuan y tofu agripicante como se hace en Hong Kong. Cada cucharada era un regalo para el paladar. Perfectamente equilibrado, con un toque alegre de picante que te deja el paladar sin saciar. Para comerse un cubo.
Por último, filetes rusos con trompetas de la muerte. Ya no están en carta. Tal vez fuera el plato que menos nos convenció, porque aunque de sabor no tenía ni medio defecto, la textura no era la que nosotros esperábamos.
Finalmente, de postre, la torrija, claro. Caramelizada, con vainilla, haba tonka y café. Habríamos pedido la mini-cake invertida de chocolate fondant, pero la aconsejaban para dos personas y estabamos que estallábamos.
Acompañamos toda la cena con un Angelitos Negros, un vino de Toro, fresco, con cuerpo y con un sabor que persiste en la boca.
Si todavía no has ido a Papúa, que sea por prejuicios. Merece mucho la pena. Mucho. Perfecto para ir con amigos, tomar copas y después salir. Ambientazo. Ya me contarás.
Precio: 40-50€/pp.
Papúa Colón
Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa
Plaza de Colón, 4
28001 Madrid
Telf.: 915 76 68 97