Adoro las nuevas aperturas discretas. La Lluna abrió a mediados de este verano, cuando no había tanta gente en Madrid, para rodar tranquilamente y ver qué tal iba. Y casualmente, yo fui una de esas primeras personas que pudieron probarlo. Y menudo sorpresón.
Ya de primeras la decoración es llamativa. Muy neoyorkina, con una enorme barra de un material que simula ser mármol en el centro del bar para cenar todos juntos, pequeñas mesitas y una mesa alta pegada al ventanal. Nosotros elegimos la barra, y mientras nos atendían, nos dejamos aconsejar y acertamos de pleno con los cócteles. Se está bien, es agradable, y el servicio es un auténtico encanto.
Nos costó mucho elegir, porque la carta tiene opciones como lingote de foie bañado en oro, mermelada de higos, manzana y turrón, o carpaccio de ternera wagyu, pesto, parmesano y helado de pistacho.
Venga, dejo de daros hambre y os cuento lo que pedimos al final. Antes de nada, perdonadme por la calidad de las fotos, pero los sitios de cena animada no suelen ser compatibles con fotos buenas. Prometo volver de día y hacer fotos mejores.
Primero, sardina de Santoña ahumada y marinada con fresas. Me sorprendió mucho. Estaba realmente buena, a parte de la excelente calidad de la sardina. A mi gusto estaba muy dulzona, así que pedí una lima y le añadí un chorrito a lo largo de la espina dorsal. Explosión. Fantasía. Brutal.
Después pedimos el falso risotto puntalette de carrilladas, boletus y trigueros. A mí con el risotto me pasa como con las albóndigas: no puedo evitar pedirlo. Sé que es un plato contundente y que normalmente te quita las ganas de comer más, pero es que este encima era de carrilladas. El último que comí así fue en El Refugio de Chilla y necesitaba ese sabor en el paladar. Exitazo. Que fuera falso risotto le da un toque de originalidad, porque realmente no es arroz, así que es perfecto incluso para cenar. No os olvidéis de pedirlo.
Después pedimos pulpo con alioli de lima y puré de patata trufado. No soy súper amante del pulpo, porque como he sido toda la vida intolerante al pimentón, me cuesta porque lo asocio a pulpo a la gallega. Pero bendito el momento en el que hicimos caso y decidimos probarlo. Fue mi plato favorito sin duda. El contraste de sabores entre el alioli de lima y el puré trufado, que es como dulzón es sensacional. Obligatorio.
De postre, recuerdos de la infancia. Con un nombre así, ¿cómo no íbamos a pedirlo? Tiene fruta de la pasión, chocolate blanco, bizcocho al vapor, toffee y avellanas garrapiñadas. Y sorpresa. Me gustó mucho, pero es cierto que para la próxima no se me escapa la tarta de queso Idiazábal.
Esta cantidad de platos es perfecta si sois de buen comer y vais con alguien que no come mucho, como fue mi caso. Y después, una copa sí o sí. El ambiente que se crea en La Lluna invita totalmente a hacer una sobremesa animada. Y después el que quiera, que salga, que será por sitios de marcha en esa zona.
Por cierto, abre de lunes a domingo, mañana y noche. Entre semana tiene menú del día. Y no tiene terracita pero si pedís la mesa pegada a la ventana, casi que cenáis en la calle.
Precio: 30-40€ (con vino)
La Lluna
Calle de Belén, 6
28004 Madrid
Telf.: 913 95 29 84